ANÁLISIS POLÍTICO Y SOCIAL, MANEJO DE CRISIS, MARKETING, COMUNICACIÓN Y ALTA DIRECCIÓN

Este es un espacio para conceptualizar, analizar, efectuar crítica y proponer estudios sobre política aplicada, marketing, comunicación, educación, métodos aplicados, alta dirección y proyectos sustentables. Contacto:baltasarhernandezgomez1@hotmail.com, baltasarhg@gmail.com

miércoles, 13 de junio de 2012

INVADIDOS POR LA POLITIQUERÍA Por Baltasar Hernández Gómez. “Cuando ya no exista legitimidad, legalidad ni noción de equilibrio. Cuando ya no haya justicia ni aspiraciones para el desarrollo. Cuando no haya una naturaleza que explotar para vivir y reproducirnos. Hasta ese día comprenderemos el enorme mal producido por el engaño de los poderosos”. B.H.G Escena 1. Abrir la puerta de la casa significaba ver el portón de las casas colindantes o los árboles y arbustos de la calle, pero los regímenes políticos del último cuarto del siglo XX cambiaron el panorama vecinal en una jungla de propaganda impresa. Caras desconocidas recubiertas de trazos amorfos y colores que replican el espectro partidocrático se han apoderado de la polis posmoderna, tratando de apoderarse de la psique societal. En una sociedad cada vez menos reflexiva y crítica -producto del videns propiciado por la estructura educativa/cultural y medios de comunicación- los flashes visuales son erigidos como componentes cardinales para que los sujetos en masa definan preferencias y posturas frente a las opciones políticas colocadas en escaparate. El engaño mayor estriba en que dichas iniciativas transformadas en candidaturas no parten de la base, sino que son previamente filtradas por las élites partidistas, para responder a los intereses de la clase dominante. El objetivo es colocar a los políticos en los puestos de elección popular que quedan vacantes cada tres y seis años. Desde las primeras horas de la mañana niños, jóvenes, maduros y personas de la tercera edad desayunan altas dosis de mercadotecnia política, llevándose en la mente la impresión de vivir en “el país del nunca jamás”, que finalmente se transforma en sentimiento de burla. Burla porque los candidatos que prestan, rentan o venden su integridad, disimulada en rostros y frases prefabricadas, son personas desconocidas y ajenas. Burla porque es absurdo e infame que se desperdicien millones de pesos en material propagandístico que, pasada la efervescencia electoral, será vertido en tiraderos a cielo abierto. Burla porque en tiempos de crisis económica los recursos de todos no son utilizados para promover desarrollo productivo, servicios públicos o programas culturales y educativos. Burla porque ante la incertidumbre y desconfianza hacia las instituciones públicas, partidos y aspirantes, persisten las estrategias de engaño por medio de la distribución de slogans, promesas vacías, gorras, camisetas, matracas, refrigerios y despensas a la ciudadanía que está ávida de soluciones reales a sus múltiples problemas. Con tanta propaganda hasta el hambre se quita por las mañanas al salir de casa y en la tarde al regreso a la comida. Ya en la noche ante tanto bombardeo lo único que se quiere es cenar y estar con la familia, aunque esto suena fantasioso, porque la verdad es que ahora cada integrante se dedica a lo suyo (unos en la internet, otros en la televisión y otros más simplemente adormilados). Mientras el enojo amaina por el hartazgo propagandístico, afuera, en forma silenciosa, pero no por ello infructuosa, permanecen los postes, bardas, árboles, automóviles, ventanas, cables de electricidad y de telefonía tapizados de materiales visuales hechos en cartón, papel o vinil. Escena 2. Sentados en autos particulares, o bien, en unidades del transporte público, amas de casa, niños, jóvenes y adultos de todas las edades, son espectadores del caleidoscopio publicitario que hostiga con anuncios, grandes, medianos y pequeños, a través de los cuales partidos y candidatos se presentan como los productos a consumir. Durante tres meses (en el caso de elecciones federales) y mes y medio (en lo que concierne a procesos locales) los ciudadanos padecen el vía crucis del siglo XXI al ser incluidos en un entorno existencial invadido por espectaculares, pendones, pintas en casas, carteles, calcomanías, flyers y dípticos tirados en las calles. Caras de remasterizadas, gestos de siempre, caras de nuevo cuño, lemas repetidos, promesas sin sustento, guiños fingidos o “fotochopeados” y la mentira reflejada en el compromiso para trabajar por siempre y para siempre por la ciudad, estado y país, son el pan nuestro de cada día. Los adultos acostumbrados decidimos si volteamos o no a leer la propaganda, pero ¿Qué culpa tiene la niñez y juventud de heredar modelos caducos y engañosos para hacer política? La respuesta es simple: las nuevas generaciones no tienen por qué estar saturadas por preceptos equivocados que quieren hacerse pasar como principios universales del quehacer político. La actividad sine qua non de la política, que debe estar centrada en el bienestar común es suplantada por el juego procedimental donde lo más importante es la conservación de los controles socioeconómicos, es decir, el poder, a través del posicionamiento y reposicionamiento de los partidos y sus hombres en los tres poderes de la Unión (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), a costa de la libertad y la sanidad social. Y si los ojos son taladrados por la propaganda impresa (estática y móvil), los oídos no se quedan atrás, toda vez que al sintonizar estaciones radiofónicas, penetran spots y entrevistas que buscan la atención a fuerza de repetición tras repetición. Melodías exitosas son convertidas en jingles de campaña que, por la sistematización en su transmisión, se vuelven pegajosas, pero aún más, peligrosamente contagiosas y hasta de uso común. Cargados de colores, ofertas, voces y música, los niños y jóvenes llegan a sus escuelas como autómatas. Los demás enajenados, llegamos a los centros laborales o de convivencia social, creyendo ser políticos por comentar lo que hizo o dijo un candidato, cuando en la realidad la crisis material y espiritual se profundiza y nos hace más esclavos de las posesiones mundanas que sentimos nos pertenecen momentáneamente, pero que en realidad son mercancías que nos poseen. Lo más insultante es que mientras la partidocracia se mofa porque la gran mayoría de ciudadanos hasta se confronta con los otros por escoger de la vitrina a los productos previamente seleccionados por las cúpulas, la política es subsumida en el autoritarismo que ha convertido a millones de mexicanos en simples depositarios de sufragios un domingo cada tres o seis años. La cultura política autorizada establece que somos buenos hombres y mujeres sí sólo sí votamos y punto. Sin embargo, la creencia a ciegas de lo ya establecido se está desmoronando, poco a poco, pero con solidez. En la actualidad las líneas horizontales de hacer política no transitan por los formatos arcaicos del siglo XX, sino ahora las rutas son más sentidas, porque van desde el hogar, vecindario y colonia hasta la ciudad, estado, país, y por qué no, el mundo entero. Cada vez más se arraiga la concepción de que el género humano es político por naturaleza y que en esto radica la solución verdadera a los problemas que aquejan a sus sociedades. Asimilación y luego trabajo permanente de manera horizontal es lo que proveerá de nuevos canales democráticos para edificar una vida mejor.……………………B.H.G.

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martes, 5 de junio de 2012

EL SISTEMA POLÍTICO MEXICANO SE RESQUEBRAJA EN 2012.

¿2012 SERÁ EL AÑO EN QUE SE QUIEBRE EL SISTEMA POLÍTICO MEXICANO? La movilización de los jóvenes universitarios. Por Baltasar Hernández Gómez. (Segunda quincena de mayo 2012) En la historia contemporánea de México los aparatos de dominación del Estado, sustentados en el uso de la fuerza y la reafirmación ideológica, fueron utilizados primordialmente para erradicar las reyertas político-militares del siglo XIX y principios del XX, ofreciendo la ocasión para constituir una sociedad subsumida a los designios de la nueva clase política. Así se conformó un escenario de estabilización para las élites, mismo que sirvió para el establecimiento de instituciones que otorgaron permanencia a las autoridades emanadas de la revolución política de 1910-1917. El proceso de pacificación -apuntan sociólogos, politólogos e historiadores- no estuvo exenta de altibajos, pues muchos reacomodos se siguieron dando a través de escaramuzas armamentistas; luchas intestinas en el partido que ahora lleva las siglas PRI; políticas públicas corregidas, inhibidas o aumentadas bajo el modelo acierto-error; sucesiones concertadas entre el Poder Ejecutivo y la clase dominante, así como reformas jurídicas para impedir quiebres del sistema político. Las matrices de análisis consideradas como paradigmas para ver, pensar, repensar y vivir México han sido validadas por los centros del poder y reproducidas para otorgar grados de defensa, mantenimiento y crecimiento a la hegemonía. Dichos modelos preservan la idea que el Estado es inalterable, que la democracia es perfectible y que las instituciones perduran más allá de la terrible corrupción de los hombres que en ellas intervienen. De esta manera el todo se apreciaba por medio de la voluntad del presidente de la República, o bien, de ciertas facciones de la milicia u organismos corporativos (públicos o privados). Desde 1946 la denominada “institucionalización mexicana” (categoría acuñada por el investigador Luis Javier Garrido) engendró el pragmatismo político reformar/incluir, proveniente del vértice de la pirámide política. Profesores, estudiantes, profesionistas, técnicos, trabajadores manuales e intelectuales, comerciantes y sectores más vulnerables sólo representaban el núcleo numérico para demostrar legitimidad, pero nada más, pues las decisiones partían unidireccionalmente del eje sistémico, que tuvo como meta la conservación a toda costa del statu quo. La persistencia de entidades rígidas en los tres niveles gubernamentales (federal, estatal y municipal), congreso nacional y en la cámara de diputados de los estados fue diseñada y operada por liderazgos corporativizados, o sea, por encima de las “fuerzas populares”, tuvo como baluarte la fuerza del Estado y se tradujo en movilización policiaca, organismos militares y paramilitares, cuerpos de inteligencia, medios de comunicación cobijados por la discrecionalidad en los tratos de concesión-publicidad, leyes y decretos, planes de estudio y una visión cultural oficialista. Esto tuvo como finalidad la intención de moldear a la sociedad en masa multiforme que debía estar doblegada por el imperio del autoritarismo. El poder en México transitó por los rieles de políticas públicas y disposiciones unipersonales que hicieron del entorno mexicano un plano vertical. Las extremidades de los mandatarios (manos, dedos, piernas, pies, lengua y pene) eran ley cuasi divina, para que la inteligentzia, burócratas, políticos y ciudadanos de a pie se movilizaran o paralizaran dependiendo de sus querencias. Luego entonces la psique social, inoculada de antidemocracia, anidó el dogma que los cambios eran simple y llanamente graciosas concesiones del hombre que llevaba en el pecho la banda presidencial, ya que él y sólo él podía ser gestor, juez y parte, expropiador, mentor y dador de vida. Nuestros abuelos y padres crecieron con la idea –casi admitida como verdad absoluta- que el sistema político era indestructible e inalterable por los siglos de los siglos, porque así era el destino de la patria. La suposición estaba apuntalada por la cultura de Estado que propagó que la raza de bronce tenía como alfa y omega las pasiones e intereses del Tlatoani sexenal. Sin embargo, empezaron a brotar manifestaciones fuera del arbitraje político, mediante el empuje de médicos, maestros, ferrocarrileros, obreros no afiliados a la CTM, campesinos y estudiantes, las cuales sacaron de balance el credo de “aquí todo pasa, para que no pase nada”. En la perspectiva de la élite los sectores insurgentes eran disfuncionalidades que debían resolverse con cierto toque de apertura, inclusión y cooptación, pero hasta ahí, porque se asumía que la crítica y los “levantamientos” eran estimulados por intereses extraños, que se gestaban en la anarquía desestabilizadora que pretendía la desaparición de poderes, golpes de Estado o la dimisión del presidente. Pan, circo, garrote, reconocimiento, cárcel, prebendas, represión, exilio o cinco minutos de fama fueron los componentes del arquetipo premio y castigo para desactivar los supuestos peligros para el sistema político. En el segundo tercio del siglo XX las protestas fueron tomadas como ejercicios del laboratorio comunista mundial, que ansiaban poner en el suelo los fantásticos logros independentistas, liberales y revolucionarios de México. Claro está, siguiendo al pie de la letra los cánones de Estados Unidos de Norteamérica para ser vencedor de la Guerra Fría que libraba contra la ex-URSS. No obstante de los acomodos normativos, de la cooptación de estudiantes, profesionistas, guerrilleros arrepentidos, del permiso para la creación de partidos políticos, de la autorización para ampliar el congreso nacional por medio de representaciones proporcionales, de la apertura desmedida de dependencias administrativas para que los “revoltosos o críticos” tuvieran puestos de confianza y/o sindicalizados; después de 1955 la sociedad mexicana ya no fue la misma, pues amplios sectores comenzaron a percibir que no importaban cuántas reformas legales se alcanzaran, cuántos programas asistencialistas, becas, canonjías, despensas, descuentos en pago de servicios se otorgaran a las masas desposeídas, pero principalmente a la clase media; el cambio no vendría por las rutas trazadas por el poder político y económico. Los mecanismos tradicionales de asimilación, colaboración o desaparición de elementos contrarios al sistema político fueron suficientes hasta mediados de los años setenta, pero a la larga acumularon tensiones insalvables con la táctica paliativa de “dar más con menos” o “dar y esconder la mano, para luego apapachar”. A partir de 1975 hubo giros para el tratamiento de las manifestaciones sociales, a través de una represión selectiva, de inclusiones en la nómina gubernamental, fundaciones de escuelas, universidades, información privilegiada para hacer negocios, apertura de medios filopartidistas, créditos, dádivas, etc. Las redes gubernamentales, los modelos de desarrollo económico, el endeudamiento, la ilusoria riqueza petrolera, el señorío de lo medios de comunicación, entre otros elementos de control, sirvieron para la contención social. Sin embargo, desde la mitad de la década de los noventa y en lo que va del tercer milenio, cuando todo parecía tener ciertos niveles de estabilidad para las estructuras del poder, las contradicciones materiales de vida, las miserias, incongruencias y engaños empezaron a detonar nuevas formas de pensar y hacer política, sobre todo en la juventud y clases sociales que sienten en carne propia el verdadero peso de las carencias. La mentira democratizadora de la alternancia, puesta en terciopelo azul como transición truncada desinfló a las cúpulas. Bastaron los últimos doce años para que las clases sociales consolidaran su percepción de abandono. Más allá de las proyecciones hechas en Palacio Nacional, aparecieron tecnologías de la información (equipos y programas que crearon un ciberespacio conectivo entre el yo y los otros yo, que se vuelven incluyentes, porque conecta la localidad con la universalidad en cualquier parte de México y el mundo), que se han erigido en entes de emisión-recepción de modos de vida alternativos, pero también de desacatos a lo que fue catalogado como intocable. Esto produjo una “anticultura” de contestación y propuesta de visiones distintas para ser y estar. ********************************************* Si fueran verdaderas las profecías mayas que indican que el mundo se va a acabar a finales de diciembre del año en curso, la interpretación no sería de hecatombe, sino de transformación para rescatar y preservar el sentido humanista profundo, que ha sido vilipendiado por los preceptos capitalistas que imponen la explotación y la ganancia como razón existencial suprema. El Hombre convertido en el lobo del Hombre no va a ser más el prototipo que tienen que adoptar las nuevas generaciones, pues el mundo no soportará más el desprecio a la vida por parte de los grandes corporativos que sólo quieren ganar, ganar y continuar generando plusvalor sin importarles la salud mental y física del planeta tierra y de todos sus habitantes. Afortunadamente la consciencia humana está guardada en una zona neuronal difícil de exterminar, que empieza a emanar, poco a poco, para recordar(nos) que no hay más mundo que éste, que no hay escape si no se efectúan cambios profundos en la conducta de vida. Ni la luna, marte, asteroide o laboratorio espacial situado en la bóveda espacial visible pueden convertirse en el hogar que hemos estado perdiendo por la voracidad de la industria globalizada. Las utopías, que no sueños guajiros, están renaciendo para devolver al homo sapiens posmoderno la capacidad de pensar y actuar a favor de un mundo más armónico, que esté integrado con universos internos y externos que busquen la felicidad. Nadie hubiera imaginado que rodeados por catástrofes naturales, de campañas políticas que refrendan la insoportable levedad de la incoherencia, de medios de comunicación hechos para la enajenación y entretenimiento de la población, así como crisis social y económica revestida de violencia extrema; los jóvenes universitarios de instituciones privadas pudieran ser la llave de ignición para echar a andar un movimiento que hoy por hoy está rebasando, y por mucho, la exigencia de democracia. La clase política no previó que los ritmos electorales 2012 estuvieran regidos por el reloj colocado en el centro del debate por la juventud perteneciente a la clase media y media-alta, que hoy en día ha sumado voluntades generales. El 11 de mayo la Universidad Iberoamericana, etiquetada por el cómico Luis de Alba como una institución de “pirruris o juniors”, fue la coordenada cartesiana promotora del desenlace de un clamor avasallado por años de ocultamiento y represión. Años con medios de comunicación mudos y ciegos que tergiversan la realidad mexicana; de partidos ocupados en prolongar sus dietas económicas y puestos en los tres Poderes de la Unión; de valores y principios de resignación y acomodo a lo ya establecido; de planes económicos, financieros, culturales y educativos que fomentan el conformismo y estoicismo para subsistir en condiciones paupérrimas; fueron colocados en pecera de cristal sin maquillajes y lo que observaron los jóvenes no les gustó y mucho menos les pareció justo. Sin decirlo, se pusieron a desmentir la barbarie y luego actuar en consecuencia. La rebeldía juvenil irrumpió como respuesta ante la práctica partidocrática de negociar, transar o concertacesionar. La respuesta venida del olimpo político fue de ataque feroz contra las voces disidentes. Sin embargo, la cualidad priista de valorar costos y beneficios, concretada en menosprecio a la crítica, encendió la mecha de inconformidad universitaria que creció hasta volverse descontento colectivo. Queda claro que no se se trata del cierre de puertas al candidato presidencial Enrique Peña Nieto o boicot al duopolio Televisa-TVAzteca, sino de la asimilación que una cosa aparentemente sencilla lleva a otras de gran envergadura. El tratamiento político del PRI y la información televisiva no se quedaron en el espacio electoral o mediático, sino que trascendió al ámbito político, social, cultural, pero sobre todo y al modo de concebir nuevos proyectos de nación. Los léxicos e imágenes del marketing político impactaron tanto a las generaciones que no crecieron bajo el influjo de la televisión abierta o en ejercicios autoritarios del pasado, que muchísimos ojos y oídos se desbloquearon para pensar que en lo pequeño se esconde lo magnífico. Los jóvenes (cientos, miles o millones, de acuerdo al visor que los cuenta) se han empezado a percatar que el uso indiscriminado de la fuerza ideológica, represiva, económica y cultural conduce al oscurantismo y al atraso. Por lo mismo han dicho, palabras más, palabras menos: no más de esto. Lo que flotaba en el aire desde muchos decenios atrás, pero que no podía cristalizarse por miedo, desconocimiento o intereses deformados, surgió como tsunami que ahora inunda los espacios de la internet, pero también las calles, escuelas, casas, centros de trabajo y reuniones de convivencia social. La antidemocracia prevaleciente en el sistema político mexicano no cayó en el terreno del olvido como si se tratara de esconder el polvo bajo la alfombra, pues la crisis endémica producida por trece sexenios revolucionarios luego convertidos en neoliberales, de color verde, blanco, rojo y azul no sólo crearon pobreza por doquier, sino muertos, enajenados, ignorantes, insensibles y zombis preocupados por la supervivencia. En el programa matutino Detrás de la Noticia, que se transmite en Radio Fórmula, el comunicador Ricardo Rocha leyó la editorial titulada “No nos dejarán dormir, si no los dejamos soñar” que es un claro ejemplo del pensamiento oficialista de quienes tienen la tarea de defender lo indefendible, pues con la excusa del ejercicio de la libertad de expresión tratan de estipular que a los jóvenes y otros tipos de disidencias deben dárseles oportunidades de pronunciar desacuerdos, marchar y hasta patalear, pero hasta ahí. Ésta y otras voces comunicacionales aspiran marcar la pauta de que es mejor oír y aceptar los sueños de inconformes, para luego volver a dormir bajo el amparo de la pax romana. La opción más efectiva ante las inconformidades debiera asumir el compromiso para la abolición de infamias, opresiones, miserias y corrupciones, a fin de que surgiera un México armónico, justo, digno y a la altura de sus habitantes. Por el momento dicha iniciativa no está contemplada por el Estado mexicano porque el pago de facturas sociales sería interminable. Para los detentadores del poder lo más fácil es fustigar con diatribas a los universitarios que se oponen al candidato que mejor acomoda la alternancia PAN/PRI, a efecto de obviar la dificultad de diseñar y operar acciones contundentes, para que exista un verdadero proceso de transición y cambios sustanciales en las entrañas del sistema político. Apuestan a que la curva de atención hacia el movimiento #Yosoy132, que ha traspasado las vallas de la UIA, IPN, UAM, UNAM, se desmorone en dos o tres semanas (como sucede con la mayoría de las noticias “impactantes”) y luego regresar a la propagación de espectacularidades banales. Sin embargo, veo permanencia de mediano y largo plazo para el embrionario proyecto de negación a lo impuesto y acción propositiva por parte de la juventud, pues haber declarado la guerra a la manipulación mediática, negarse a aceptar imposiciones políticas disfrazadas por la partidocracia y empezar a diseccionar los tumores del “mexican way of life” no es pecata minuta. El movimiento parece que contiene los símbolos necesarios para dar nacimiento a corrientes amplias de pensamiento y acción, que no pueden minimizarse con los comentarios de intelectuales, líderes de opinión, funcionarios, encuestólogos, políticos y gobernantes orgánicos. Las actuales relaciones personales o grupales no son las mismas que se instauraron como canales clásicos de convivencia cercana, como por ejemplo, la unidad familiar, los contactos con amigos, compañeros de trabajo. La iglesia, lugares de recreación, centros de afluencia pública ya no son los únicos lugares para la interacción societal, en virtud de que la tecnología abrió espacio-tiempo a través de la telefonía móvil, televisión cableada o satelital y computadoras portátiles, que se han vuelto portales de conexión a distancia, atrayendo acercamientos inmediatos y coincidencias entre una, tres, cien, mil o un millón de personas. Las consecuencias no son fáciles de pronosticar, pero en el corto plazo, las formas de comunicación en redes sociales, correos electrónicos, mensajes celulares y chats abrirán los pétalos cerrados que aprisionaron a las generaciones ahora maduras y añejas. ******************************** Después del 11 de mayo las clases hegemónicas (política-gobernante, empresarial, militar y eclesiástica) quedaron pasmadas, lo cual no significa paralizadas o socavadas, pero esta vez sí quedaron al descubierto las llagas que se creyeron cerradas por la penicilina de la desmemoria histórica, el impacto de los mass media y el circuito perpetuo de reformas legales que dan aliento y permanencia a los poderes de la República cada seis años. Los mitos geniales comenzaron a caer como fichas de dominó: la idea de que el candidato priista iba 30 puntos porcentuales arriba de su más cercano adversario fue derrumbada; las predicciones y simulaciones de televisoras, radio y prensa no convencen a la colectividad; el marketing golpeado con la vacuidad de imágenes y lemas que no dicen nada acerca de la realidad nacional; las redes sociales se volvieron foros abiertos que contuvieron y desenmascararon los “bots, trolls o fantasmas” de supuestos seguidores en Twitter y Facebook para favorecer a partidos y candidatos. De nueva cuenta las calles, las escuelas y los hogares están recuperando su función primaria para ser de nuevo sitios activos de reunión, una especie de ágora griega para discutir los asuntos de la Polis. A pesar de lo que aprecia el cerebro, a través de los cinco sentidos, así como de la constatación de lo que es real y lo ficticio, las voces institucionalizadas de los personajes más encumbrados de la partidocracia, gobierno, intelectualidad y medios de comunicación minimizan la nueva primavera mexicana de energía, protesta, propuesta y cambio, pues dicen, una y mil veces, que son idealismos propios de porros o inducidos por fuerzas extrañas (al más puro estilo del autoritarismo ejercido por los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez en el periodo comprendido 1964-1976). Error tras error. ¡Ya pasará, ya pasará! repiten sin cesar, cuando es evidente que las condiciones materiales de existencia han moldeado concepciones diferentes de cómo, cuándo y por qué vivir. ¿Quién está detrás; quién desembolsa recursos; qué es lo que verdaderamente desean obtener los jóvenes? son algunos de las interrogantes que salen a la luz pública como dudas pre-construidas para interrumpir el impacto de la ola juvenil que está llevando en su cresta las expectativas sociales. ¿Por qué en el proceso electoral; por qué el movimiento nació en una universidad privada de corte jesuita; por qué se aparecen en todas partes cuestionando a los candidatos presidenciales, principalmente al del PRI; por qué ahora no solamente exigen soluciones en materia de comunicación, sino que pasaron a la crítica del sistema político y la estructura económica; por qué los universitarios y no campesinos, obreros o trabajadores de oficina? Por qués y más por qués que no tienen ninguna razón de ser. Los por qués tienen respuestas en la realidad sofocante, en la antidemocracia, en la burla, en la corrupción, en el nepotismo, en la ineficacia y en la irresponsabilidad del Estado, que ha fallado para garantizar los derechos más elementales de millones de ciudadanos. Mentes atrofiadas por tanta alienación a control remoto, eclécticos sin bandera y conocimientos, repetidores del establishment, clasemedieros y profesionistas conformes con lo que lograron atesorar, así como mujeres y hombres sin iniciativa, se convierten en ecos de la trama cupular para apedrear el ave fénix que está surgiendo de las cenizas. Las críticas brotan como virus para carcomer la piel del movimiento generado por jóvenes mexicanos, sugiriendo de manera inmoral e infame que todo va a pasar para regresar al cauce de las tradiciones. Primero que nos expliquen racionalmente ¿Qué es esto de lo tradicional? y luego exigir que no haya arropamiento en cadenas de suposiciones absurdas y viscerales, que invalidan cualquier tipo de acción social. La mayoría de renegados reprocha, pero no propone. En el transcurrir histórico muchos han dicho por qué Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero, Benito Juárez, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Lázaro Cárdenas, Nelson Mandela, Gandhi, entre otros cientos y cientos de personajes y organizaciones que han participado en la lucha social y política a nivel nacional e internacional. Ninguno de ellos se ha puesto a reflexionar por qué primero no se levantan temprano, se informan sobre qué está pasando en el país, cumplen con sus labores, son buenos padres, hijos, amigos y cónyuges. No, primero la paja en el ojo del otro sin ver la viga en el propio. Critican sin proponer, acusan sin comprobar y las cosas siguen exactamente igual o peor. ***************** El análisis de los fenómenos sociales no puede darse en la pared del frontón. Los pronósticos deben tener la cualidad de ser objetivos, claros, imparciales y comprobables. En el caso del movimiento iniciado como #Yosoy132 el calor del momento impide visualizar los horizontes de la exigencia y movilización universitaria y los estratos sociales que se van uniendo a su causa. ¿Hacia dónde y cómo irán desarrollándose los acontecimientos; serán absorbidos o radicalizarán su protesta; serán un verdadero detonante social amplio, apartidista y sin intereses terciarios que garantice cambios profundos en el sistema político? Estas y otras preguntas flotan en el aire y son difíciles de contestar en el hoy y ahora, pero estoy convencido que el movimiento traerá saldos positivos en lo que atañe al entorno civil, pero al mismo tiempo en lo correspondiente al humanismo para volver a la primigenia de ver y sentir la vida en una dimensión plena de sensibilidad. Hasta el momento han hecho aparición algunos elementos que dejan ver liderazgos sin rostro, exigencias sin clichés, protagonismos rotativos y grupales, acciones sin estruendos ni banderas fundamentalistas. Dichos factores imprimen frescura a las nuevas formas de hacer política y son garantes de cambios para bien dentro de la vorágine del reformismo continuo. Para los complotistas hay muy pocos elementos de acusación para que sigan en su afán de hacer creer que el movimiento juvenil, que dicho de paso no es cosa de niños, porque todos ellos son universitarios, está situado en pilares de mesianismos o radicalismos. Lo cierto es que la juventud ha empezado a levantar la voz contra el Leviatán visto por los maduros y personas de la tercera edad como monstruo indestructible al que se le aprendió a soportar por necesidad, pero que en su interior lo quieren muerto y sepultado. Los incrédulos y escépticos señalan que para llegar a la consciencia se requiere de muchos años y kilómetros de marchas, tinta y puños levantados. Lo que se les olvida es que esto apenas está iniciando y será positivo para la generación de alternativas para el quehacer constructivo del tercer milenio. En un primer nivel habrá definiciones claras para el abordaje del futuro inmediato, pues los gatekeepers (término anglosajón para clasificar a los custodios del sistema) tendrán que admitir, para luego aceptar y atender las expresiones de los jóvenes y de otros sectores que irrumpirán en el ámbito público, con el objetivo de reacomodar andamiajes agrietados en lo que respecta a la legalidad y legitimidad de las estructuras de dominación. Los políticos tendrán que consensuar a través de diálogo abierto y no discrecional; implementar programas de reacción rápida y que impacten eficazmente las vivencias sociales; apresurar la creación de leyes y su aplicación en tópicos como la reforma de Estado, educativa, energética y protección de grupos vulnerados, como el caso de víctimas de la violencia, entre otros. Los empresarios de la comunicación tendrán más cuidado en la elaboración de sus productos informativos, para presentar la mediación entre lo que está pasando y sus representaciones simbólicas con mayor veracidad. Asimismo, habrán de aperturar sitios de debate e inclusión, para dar cabida a las manifestaciones de los millones de mexicanos que todavía consumen la mercancía televisiva, radiofónica y periodística, si es que desean que sus “industrias culturales” tengan ratings rentables, para seguir cumpliendo con el rol de ponerse como contenedores entre la ciudadanía y el poder. Los estudiantes que dieron origen al movimiento #Yosoy132 (que en el extranjero son identificados como “los enojados e inconformes”), padres de familia, profesores, trabajadores y ciudadanía organizada o no en sindicatos, organismos no gubernamentales o partidos que se han unido en un todo, deberán instalarse en exigencias que conciernen a la democratización del país sin caer en animadversiones, a fin de ir más allá para la transformación de las estructuras caducas en todos los contornos de la vida nacional. Si no hay inclinaciones protagónicas, tendencias hacia uno u otro partido, si se cuidan de las infiltraciones, si los discursos eliminan repertorios viscerales y si hay proposiciones racionales y sustentables, el movimiento caminará hacia adelante con posibilidades reales de edificar vías dignas para vivir en armonía, estabilidad, desarrollo y crecimiento. Ver, escuchar, pensar, participar, permanecer o criticar son los verbos que tenemos que conjugar para asumir retos y luego pasar a la toma de decisiones, a fin de que devolvamos el placer de sentirnos vivos y parte de una nación inmersa en una dinámica proactiva para orientarnos hacia nuevos rumbos. Las contribuciones del 68 mexicano y mundial, las luchas campesinas, magisteriales, obreras y populares ahí están, pues dieron pauta para alcanzar ciertas categorías democratizadoras. Los hechos ocurridos en Egipto, Libia, Marruecos, España y Grecia, por citar algunos acontecimientos sociales de actualidad reafirman que el estado de cosas existentes no puede perdurar en el silencio y la opacidad. ¿Llegó la hora? Ya lo veremos. B.H.G.

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miércoles, 23 de mayo de 2012

LA MUTACIÓN DEL ADN POLÍTICO EN MÉXICO

¿SE PUEDE CAMBIAR EL ADN? La politiquería mexicana dice que sí Por Baltasar Hernández Gómez. El pragmatismo político quisiera perturbar las leyes de la naturaleza y hacer que sus convenciones protocolarias se volvieran cánones científicos. En su estúpida apuesta irracional e inhumana llevan la penitencia. La táctica de transmutación política está siendo impuesta por la politiquería mexicana como algo “natural”, promoviendo una visión materialista, que malinterpreta la teoría darwiniana de la evolución de las especies, para colocar el interés personal por encima del concepto bienestar común concebido en la Polis griega. El cambio de bandera, principios ideológicos y trayectoria por parte de la clase política no es otra cosa más que el intento fallido por atraer la ingeniería genética a sus fines siniestros. En la actualidad la ciencia está en posibilidades de clonar o hacer variaciones en las combinaciones de los cuatro elementos que integran al ADN de los seres vivos, pero esto no significa que el zon politikon adquiera la capacidad de tener para sí los experimentos comprobados, y por ende, sea capaz de modificar las relaciones cromosómicas de su especie. Hoy en día, el paso de un partido a otro y las modificaciones en imagen y discursos es conducta recurrente para afianzar la partidocracia y sus personeros, propagando la idea que los cambios -por incongruentes e infames que sean- son legítimos, toda vez que sirven como medios para mantener el denominado “equilibrio de poderes”. Lo que no sale a la luz pública es que la meta es seguir reproduciendo el modelo hegemónico de dominación. Hay que recordar que un orangután no puede combinar cargas hereditarias con un burro. Un perro no puede conceder genes, vía cópula, a una rata. Lo mismo sucede para el género humano, ya que en las presentes circunstancias es imposible que el Hombre (hombre y mujer) se perpetúe con especies diferentes. Si Nicodemo Sánchez Toledo aspirara a cambiar apellidos por pugnas con sus progenitores, podría hacer uso de los derechos que otorga la ley para tal efecto, sin embargo, el legado genético, la cultura sorbida (una manera templada de decir mamada) en el seno familiar y las experiencias vivenciales no desaparecerán por decreto judicial o intereses cortoplacistas. Nicodemo seguirá siendo Sánchez Toledo, toda vez que los nuevos apelativos fueron impuestos por el arbitrio jurídico. Aunque Nicodemo posteriormente apareciera presumiendo apellidos como Smith Corcuera, su raíz de sangre permanecería en cada gesto, palabra, pensamiento y actos que llevara a efecto. Sin decirlo en voz alta muchos políticos profesionales (porque hacen de la actividad política su modus vivendi) siguen la ruta de mutación del ADN en pensamiento y gestión. Cuando sus organismos propulsores los dotaron de rangos de poder su heráldica pública lucía en marquesina repleta de leds, utilizando el argumento clave de la institucionalidad. Durante decenios se ejercitó la filosofía estoica si había desgracia por no haber sido palomeado por la mano del poder Ejecutivo, tanto en lo federal como estatal. Ahora, cuando los vientos cambian, negando continuidad en posición y canonjías, los apellidos son inmediatamente ocultados en el laboratorio de la traición. Ante la turbulencia del desamparo optan por la permuta del ADN político, adoptando características morfológicas que permitan el funcional acoplamiento a los nuevos entornos de subsistencia. En palabras comunes y corrientes a esto se le denomina deslealtad. Punto. Dicho performance ha sido constituido en deporte nacional por los políticos del sistema. La imaginaria mutación genética es alegoría de desfiguración superficial, que se aprecia, nada y más y nada menos en colores, texturas y expresiones. Ningún priista, perredista o panista (por no citar a todos los miembros de sectas partidistas minoritarias y satelitales) puede, en un momento determinado, quitarse el ropón y decir a los cuatro vientos que todo fue ilusión o mentira. Nadie que fue institucional al sistema se transforma de la noche a la mañana en rebelde. Ningún revolucionario muda de un día para otro sus ideas y proyectos para convertirse en reaccionario. Los que han transitado por esta órbita son simple y llanamente seres nefastos y peligrosos. Aunque traten de aparentar desacuerdos profundos en lo relativo a principios ideológicos o nominaciones a cargos de elección popular, con el propósito de justificar transmutaciones, los ojos cada vez más abiertos y atentos de la sociedad civil dan cuenta que el hipotético cambio del ADN político es un acto atroz de oportunismo. Las generaciones acostumbradas a soportar los estragos del “tlatoanismo mexicano”, o sea, del emperador político investido como presidente de la República, tienen ahora abiertas sus mentes y corazones para asumirse como entes sociales activos y promotores de una visión histórica critica, para que no haya amnesia del pasado no muy lejano que impuso un modo de vida antidemocrático, humillante y miserable. El ejercicio utilitario de mutar piel y lenguaje además de ser inmoral es el acto más infame que termina por quitar cualquier vestigio de decencia. Los políticos trapecistas, los que hacen malabares en sindicatos, comités centrales, asientos legislativos y burocráticos eluden la autocrítica, escondiendo sus oscuras pretensiones en preceptos de sobrevivencia y porque, dicen, “así es la vida política”. Lo cierto es que su proceder no es más que un intercambio de su integridad mercenaria por monedas de oro, curules, propiedades o privilegios mundanos. Los pragmáticos, al menor riesgo de quedar fuera de la nómina, se pintan tricolores, amarillos, anaranjados, verdes, rojos o más azules que un cielo de primavera. Muchos priistas, panistas y perredistas, al igual que panalistas o convergencistas (no aplico otro término porque no sé cómo llamar a los afiliados al partido que estrenó nomenclatura en 2011, Movimiento Ciudadano) han recorrido -ida y vuelta en diferentes ocasiones- el espectro cromático del sistema político. ¡Nombres, nombres, nombres! Es la exigencia que se escucha en el ring mexicano. Hay muchos y muy diversos, pero para identificarlos citaré sólo a algunos: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Manuel Camacho Solís, Elba Esther Gordillo Morales, Demetrio Sodi de la Tijera, Rosario Robles Berlanga, Ruth Zavaleta, Gabino Cué, Arturo Núñez, Jorge Castañeda, Miguel Ángel Yunes, Manuel Espino, entre otros cientos de políticos que se desenvuelven a nivel nacional y regional como peces que pueden pasar del agua salada a la dulce sin morir en el intento. En el estado de Guerrero también sobran saltimbanquis y aludiré dos casos emblemáticos: 1) Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, que pasó de junior empresario a ciudadano activo en un grupo de empresarios inconformes e indecisos, para luego volverse “demócrata”, panista, luego independiente, perredista, progresista de izquierda, para regresar al panismo más reaccionario, y 2) Armando Ríos Piter que del priismo pasó al panismo para luego estacionarse en el perredismo que le dio diputación federal y la posibilidad de obtener una senaduría en 2012. Afortunadamente la tecnología otorga la oportunidad de estar en contacto con el mundo. Las protestas, ideas, proyectos, anhelos, fobias y filias no solamente se comparten en marchas, reuniones, lectura de libros, artículos o pláticas, sino que ahora son abordadas activamente en redes sociales, foros académicos, organismos no gubernamentales, correos electrónicos, asociaciones civiles, iniciativas populares, juntas vecinales, etc. La posmodernidad tan criticada se ha vuelto una catapulta dinámica que amalgama al cuerpo societal para que tome definiciones concretas, pero sobre todo a vislumbre rumbos. Ni las altas dosis propagandísticas que defienden perspectivas de partidos, sindicatos oficialistas, medios de comunicación, intelectuales y comunicadores orgánicos del sistema, planes de estudio, programas asistencialistas, populismo inducido o el impacto permanente que defiende plataformas enajenantes; pueden ocultar las contradicciones que generan tomas de decisión, que luego, paradójicamente, brindan la ocasión para renacer como ave fénix. La realidad muestra tal cual la podredumbre política encubierta en celofán con etiqueta de cultura política y pactos civilizados, que supuestamente enaltecen la democracia a la mexicana. Las sonrisas, lemas de campaña, promesas, spots audiovisuales, espectaculares, trípticos, mítines, reuniones prefabricadas, volantes, bardas, lonas, entrevistas, artículos periodísticos o seguidores virtuales prepagados en redes sociales no garantizan la aceptación y mucho menos sumisión masiva a los ejes de dominancia del Estado. La mentira, mentira es y ante las crisis económicas endémicas, convertidas en crisis ampliadas en lo social, político y moral, la verdad que se siente en el hogar y en cualquier centro de convivencia (laboral, cultural, escolar, etc.) es la que será tomada en cuenta para resolver, de una vez por todas, la disyuntiva de continuar viviendo de rodillas, o bien, de pie y con dignidad. Ahí están las movilizaciones, comentarios y exigencias de los jóvenes universitarios del mes de mayo 2012. ¿Qué sigue? Ya lo veremos, pues seremos testigos de un ejercicio democrático protagonizado por la juventud, esa que heredará seguramente un México mejor. B.H.G.

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miércoles, 16 de mayo de 2012

MIMETISMO POLÍTICO EN MÉXICO: LA DESVERGUENZA Camaleones dentro del sistema político mexicano Por Baltasar Hernández Gómez.
El mimetismo es un instrumento de supervivencia que poseen ciertos animales, mediante el cual una parte o la totalidad de su cuerpo toma atributos de otro ser vivo o inanimado. Por ejemplo, hay especies de insectos, mariposas, peces, reptiles o moluscos cefalópodos que “pintan su cuerpo” con diferentes colores y marcas, a fin de ahuyentar o atraer a discreción a otros animales. Los depredadores emplean automimetismo para atrapar presas, aparentando ser menos peligrosos y luego atacar con mayor efectividad. Esta capacidad de ocultarse o verse diferente no es exclusiva del reino animal no pensante, pues el homo sapiens sapiens (el Hombre que sabe que sabe) también la utiliza para manipular sus relaciones de contacto con los demás. En el ambiente político que se vive en México y en otras partes de América Latina, mujeres y hombres de las élites* superan con sus acciones a cualquier pulpo o camaleón, pues han desarrollado al máximo la destreza de mutar a conveniencia piel, pensamiento y conductas para no caer en el remolino del olvido. Gobernantes y políticos manejan a diestra y siniestra la táctica del mimetismo para continuar en la cúspide del poder, es decir, para permanecer en el círculo de dominación que se traduce en un ir y venir de puestos administrativos o de elección popular que dan certeza a futuro. Cómo olvidar que en el sistema político hay casos patéticos de oportunismo que luego son tratados abiertamente como “revoluciones modernas”, a partir de supuestos análisis que privilegian a favor el abandono de principios ideológicos y trayectorias sociales cuando los vientos no son favorables. Un botón muestra fue la escisión priista en 1988, que reunió a disidentes del partido de Estado que no cabían en el proyecto neoliberal del grupo salinista con intelectuales, catedráticos y personas que encabezaron movimientos reivindicadores, situación que a la postre provocó una nueva organización política: PRD. Los funcionarios, diputados y gobernadores, luego convertidos en rebeldes, ahora son cabeza de tribus bélicas para “sacar raja” en los recovecos del sistema político. Cómo olvidar a personajes camaleónicos como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo que fueron convertidos en próceres posmodernos, para luego erigirse en operadores de ciertas acciones emprendidas por las administraciones panistas. Cómo olvidar los giros trapecistas de Demetrio Sodi de la Tijera que ha pasado de partido en partido, desde el PRI hasta el PAN, pasando por el partido del sol azteca. Cómo obviar los movimientos indecentes y amorales de Miguel Ángel Yunes y Manuel Camacho Solís que hoy por hoy están al frente de la bandera democratizadora, palomeando candidaturas y armando coaliciones, cuando hace apenas tres quinquenios colaboraban con gobiernos netamente autoritarios. Pero en México, país mágico por su cultura y tradición, también es surrealista, debido a la conformación de un modo de vida basado en incongruencias permisibles. Cada tres o seis años, muchos miembros de la denominada “clase política” buscan acomodo en la jungla electoral, para obtener canonjías y puestos, pero al no verse beneficiados optan por disfrazar intenciones personales mostrándose con nuevos contornos discursivos y visuales. Otros que durante decenios vociferaron democratización o muerte se convierten en quijotes del statu quo, tratando de defender lo indefendible. Un caso reciente lo protagoniza Rosario Robles Berlanga, exjefa de gobierno perredista del D.F., quien se presentaba con ropajes de mujer progresista, para luego caer en la ignominia por sus relaciones de amor y corrupción con el empresario argentino Carlos Ahumada. Hoy, la vestimenta de izquierda consciente es cambiada por la de promotora de Enrique Peña Nieto. Antes que nada y después de todo, primero es el “hueso”, parece ser la justificación más socorrida de los saltimbanquis. Cuando los partidos se materializan en la figura de sus candidatos, el mimetismo cobra mayor fuerza, ya que la construcción de sus mensajes políticos se basa en la desmemoria y el ocultamiento de debilidades, ineficacias y carencias. La imagen mostrada pretende llenar el espectro de percepción ciudadana, tachando “lo malo” del ayer y recobrando la línea de la esperanza inalcanzable, que es resucitada en cada proceso electoral. Las cifras excesivas de gastos públicos son exhibidas como estadísticas de tiempos remotos, que se tienen que refundir en la cueva e la amnesia colectiva; las impericias y errores administrativos arrumbados en las oficinas que abandonaron para pasar a otros menesteres; los incumplimientos en obras y programas sociales desdibujados por los enormes silencios de medios de comunicación contratados para resaltar logros, previo pago multimillonario por concepto de publicidad. Por esta estas y mil razones más de índole económica y seguridad social el cuerpo societal considera que la actividad política es una bazofia, porque percibe desfachatez, cinismo y desparpajo en los miembros de la cúpula que controla partidos, congresos e instituciones gubernamentales. Aún cuando existe saturación de spots audiovisuales, folletos, pancartas, espectaculares y consumibles como gorras, playeras, llaveros, globos y bolsas para el mandado, la ciudadanía sólo siente falsedad. El abstencionismo es entonces uno de los resultados de las operaciones infames que realiza la clase política e instituciones del Estado mexicano. El descrédito de la política debe ser visto como termómetro que mide los grados de rompimiento en las estructuras funcionales del sistema y no solamente como parte de la “cultura política a la mexicana”. ¿Votar por el menos malo? ¿Votar en blanco? ¿Despreciar todo y convertirse en guerrillero o ermitaño? Cualquier decisión que se tome en lo particular o de manera comunitaria debe estar centrada en la recuperación de la Nación, traducida ésta en lo esencial de la vida: la casa, calle, cuadra, colonia, ciudad, estado, trabajo y centros de convivencia social. Lo trascendental será confrontar ofertas, ideas, proyectos sustentables, pero sobre todo realizables sin tener que recurrir a endeudamientos o mentiras. En ciertos sectores de la clase dominante hay desprecio y subvaloración hacia la sociedad. No obstante las aseveraciones de que los mexicanos continuamos siendo “débiles mentales o analfabetas”, que no pueden traspasar las vallas impuestas por el poder, hay que tener en cuenta que la sociedad puede –más en circunstancias de crisis- rebasar cercos informativos, marcos normativos, controles represivos e ideológicos y monopolios empresariales. Basta ya de antifaces, engaños, guiones e imágenes perversas que desvirtúan la realidad. La cúpula del poder debe tener presente que la inducción al conformismo y la desmovilización por miedo o necesidad no es eterna e infalible. Muchas voces machacan que somos un pueblo inculto y pasivo, pero lo cierto es que de ninguna forma somos idiotas. Las contradicciones del modus vivendi y los subsistemas de dominación están en etapa crítica y esto abre posibilidades de crecimiento y transformación a través de la de participación horizontal. Las manecillas siguen moviéndose, unos pugnan para retrasarlas y otros, poco a poco, empujamos en contrasentido para que llegue la hora exacta. B.H.G. *Para una comprensión de la teoría de las élites recomiendo acudir a la lectura de Gaetano Mosca, Vilfredo Pareto y Robert Michels, a fin de conocer con mayor especificidad la visión que cita la existencia de grupos selectivos que, por su posición política-económica, planean, organizan y operan la direccionalidad de los Estados modernos, a través de políticas públicas y decisiones estructurales al interior de gobiernos, congresos y tribunales judiciales.

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jueves, 3 de mayo de 2012

LA POLÍTICA MEXICANA: UNA OBRA DE TEATRO INFAME

LA POLÍTICA MEXICANA CONVERTIDA EN TEATRO DENIGRANTE. La tragedia y comedia en la actividad política 2012. Por Baltasar Hernández Gómez. No es sencillo comparar el arte escénico con la actividad política que es ciencia, técnica y arte, pero intentaré equiparar el análisis de lo que está sucediendo en la política mexicana, a través del modelo intratextual que se utiliza para las obras de teatro, con el propósito de desentrañar las incoherencias y falsedades que envuelven al sistema mexicano. Esto no es fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que la política ha sido convertida en una sucesión de procedimientos deshonestos y arreglos para que siga imperando el establishment. Empiezo: En primer lugar abordo la estructura dramática que da soporte a las obra, en virtud de que es la parte que sintetiza los acontecimientos y elementos constitutivos de la historia, permitiendo identificar las tramas a relatar. Aunado a lo anterior, en el ámbito político la trama es el mensaje proveniente de los hacedores (creadores de la estrategia) que sólo deja ver la dermis, es decir, un segmento seleccionado de antemano para ocultar muchas situaciones que pueden salirse de control. “Los directores de la obra” tratan de fijar que la meta es convencer al electorado a que vote por su opción para construir un municipio, un estado y un país más desarrollado a través de sus productos. Sin embargo, en la práctica la trama de los intereses grupales y personales exhibe inconsistencias y descubre a los ojos societales (en diferentes grados de impacto, debido a la posición sociocultural y económica) que los mensajes están destinados a la manipulación de las percepciones sociales. Si bien es cierto que en el teatro también existe el tono para explicar lo trágico, cómico o melodramático de la puesta en escena, en la política mexicana el tono es ofrecido por medio del producto identificado como partido(s) /candidato(s), de tal forma que en 90 días de proselitismo –plazo establecido por la legislación electoral vigente en México- se trata de inyectar elementos simbólicos y persuasivos que, de alguna u otra manera, van a repercutir en la psique social sin mediar ningún tipo de análisis, pues la propaganda en cualquiera de sus facetas tiene una elevada carga de emotividades que son direccionadas hacia el subconsciente, para luego trasladarse a la toma de decisiones. El espacio -que es el lugar donde se efectúa la acción teatral- es eminentemente alegórico, a fin de que los auditorios abstraigan la trama y a partir de ahí adopten/reafirmen para sí estereotipos sociales. En el plano político, el espacio es territorio evocador de necesidades y expectativas, las cuales se encuentran en la propia dinámica social, o bien, son insertadas por el marketing electoral para despertar en los receptores sentimientos de unidad, satisfacción, enojo, adhesión, aislamiento, tranquilidad, etc. Así pues, los conflictos conforman la parte esencial de la estructura dramática, pues hacen avanzar la acción. En teatro existen varios arquetipos de conflictos, y habrá uno o más que ocupen la atención central de los espectadores, en virtud de que retrotrae el choque de la acción con el público, el cual se materializa en lo que hacen o dejan de hacer los personajes. En política, los conflictos están referidos a las supuestas diferencias de concepción y puesta en marcha de políticas públicas; en los errores de los contrarios; en lo que se hizo o se deshizo, pero sobre todo en lo que se deriva de la llamada encuestología. El conflicto político aparece siempre apegado a cuestiones de militancia, filias y fobias que son manejadas por los estrategas y operadores de las campañas, para que las personas (adherentes, opositores o indecisos) concilien su realidad bajo premisas de dudosa comprobación, ya que el videns supera la capacidad de comparación racional. Los conflictos teatrales se convierten en encuentros y desencuentros fácilmente detectables, mientras que los políticos son códigos semióticos que se muestran como señales imperativas para dictaminar Sí o No a la imagen, lema o propuesta inmediatista de los productos políticos. Tal parece que entre partidos no existieran diferencias de fondo, sino sólo estilos diferentes para concebir la realidad y variar la dirección de políticas públicas para resolver disfuncionalidades. Los partidos y sus candidatos buscan la confusión de la trama, envolviendo al imaginario colectivo en un encadenamiento de dubitaciones, las cuales son fortificadas por perfiles superfluos y el manejo subliminal de las masas. Ahora bien, los personajes de la obra son el eslabón final, pues representan la expresión concreta que, con sus acciones y diálogos, llenan espacios, dan vida a los conflictos y presentan la trama y el tono. Hay muchas maneras de clasificar a los personajes: emblemáticos o realistas, complejos o simples, o bien, principales o secundarios. En el caso de la política los personajes son los candidatos, el partido, los slogans y sus presentaciones mediáticas o directas, de acuerdo a la calendarización de la trama. En México los personajes siempre quieren readecuarse en prototipos prefabricados, como son: populistas, mesiánicos, valentones, intelectuales, conocedores, pragmáticos, entre otros. Luego entonces, los personajes se enfundan en envoltorios de fácil reconocimiento y fijación, a efecto de que sean recordados por los auditorios receptores, quienes los incorporan a través de la sistematización de sus voces, pensamientos, ademanes y manejo proxémico. Personajes políticos que muchas veces debieran utilizar las máscaras y las túnicas del ágora griega y los foros romanos, para que no salga a flote la “perversidad” de sus pretensiones. En la obra “México 2012” los personajes están montados en una maquinaria que los moviliza por los cuatro puntos cardinales, posicionándolos en los ojos, oídos y terminales táctiles del público receptor: los copetes, los cuerpos anoréxicos, las miradas conciliadoras, la caricatura de profesor, las palabras amorosas, los dichos que quieren producir risas, el regreso de promesas; son el pan nuestro de todos los días. Miles y miles de spots propagandísticos, cientos de miles de volantes, espectaculares, bardas y trípticos, que tienen como destino final los tiraderos de residuos sólidos. Si acaso con el correr de los años, alguna frase, imagen y oferta se quedarán grabadas, pasando a formar parte de la sátira nacional, porque la mayoría son promesas que se incumplen, ofertas para arrancar la compra social a través de sufragios en un tiempo y espacio específico y nada más. Hasta ahora, desafortunadamente, no hay visos de que los auditorios exijan el cumplimiento de promesas tanto a los vencedores como derrotados a medias (ya que muchos son reciclados en puestos de elección federal o estatal, o bien en cargos gubernamentales), porque de cualquier manera todos los partidos contarán con parcelas de poder, para modificar el marco normativo de la República y el uso de los recursos humanos, técnicos, materiales y financieros para alcanzar sus fines. La obra teatral del PRI está basada en la recuperación de un pasado que pregonan como glorioso frente a la debacle provocada por las administraciones panistas desde el año 2000. Los colores nacionales, la figura por encima de las ideas, el México que se desgaja y que es necesario rescatar son los guiones principales para que las nuevas generaciones se emocionen por la puesta en escena. La apuesta de los hacedores priistas está en el olvido y en el marketing. El éxito redundará en sacar del baúl de los recuerdos la añoranza institucional aunque para ello la desmemoria haga su aparición para no recordar los miles de errores y actos de autoritarismo y corrupción de gobernantes y políticos, que ahora se remasterizan en la campaña de Peña Nieto. En lo concerniente al PRD, las tribus de arribistas se han apoderado de las estructuras. Cambiaron el guión de izquierda y cambio por una secuencia de concertacesiones y amarres reformistas. La política del partido del sol azteca fue transformada en el apego al poder, aunque en ello se perdiera la legitimidad de sus cuadros y la penetración en la sociedad. El actor de hace 6 años hoy cambia sus diálogos: de beligerante directo a político amoroso, para sumar adeptos a la causa. Habrá espectadores que se sumen al proyecto de López Obrador y otros que duden de la efectividad de la nueva estrategia y opten por abstenerse o votar por los otros productos políticos. En ciertas partes de la obra teatral se generan espasmos, pues los que se decían progresistas (como el caso de Rosario Robles Berlanga, exjefa de gobierno del DF) hoy trabajan abiertamente por Peña Nieto. El teatro de la vida cobrará facturas, porque evidentemente muchos perredistas no se vieron beneficiados e irán contracorriente por interés y acomodo para restar votos al candidato de la coalición de las denominadas “izquierdas”. La obra del PAN que protagoniza Josefina Vázquez Mota no tiene ni siquiera entradas suficientes para llenar un foro regional, pues el guión que utiliza no tiene sólidos referentes para apuntalar la puesta en escena. La actriz-política, enfundada en trajes sastre de diseñadores reconocidos y maquillaje a granel está impedida a rescatar los valores y resultados de dos administraciones panistas que pusieron en la lona sus capitales políticos. No puede hablar de cambio de rumbo ni aplaudir lo hecho, pues todo representa debilidad. El elenco la está dejando sola con su soledad, con estadios semivacíos y campañas que no cuajan en las simpatías sociales. Josefina, la que parece estrella de cine en los posters y otra mujer en los actos, sale a cuadro pronunciando monólogos sin acompañamientos. La campaña blanquiazul es, como el gobierno calderonista, una campaña fallida por todos lados. Del PANAL (Partido Nueva Alianza) qué decir, toda vez que es una organización clientelar apoyada por el sindicalismo reunido en torno al SNTE que dirige Elba Esther Gordillo Morales. Gabriel Quadri de la Torre, quien recibió la candidatura en una cena entre amigos, no cuadra. Es un personaje montado en un escenario que pretende ser dramático-realista, pero que se mueve en la comedia. Una verdadera caricatura. Decía mi padre……………la hecatombe. La figura desparpajada, pero sobre todo el discurso que exterioriza nos deja ver una política denigrante e infame. ¿Así o más? BHG ₪

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lunes, 23 de abril de 2012

LA DEMOCRACIA SECUESTRADA EN MÉXICO


LA DEMOCRACIA SECUESTRADA EN MÉXICO.
Las falacias procedimentales en la fiscalización de recursos electorales
Por Baltasar Hernández Gómez.


El colmo de colmos. Si de por sí la articulación del sistema político mexicano ha sido ampliamente cuestionado por su constitución autoritaria, procedimental y parcializada, en virtud de la preponderancia partidocrática que impone tránsitos a estadios de equilibrio total sin pasar por dinámicas sociales de cambio estructural y funcional; ahora se está tocando fondo al conocer que la fiscalización electoral da entrada a la utilización de recursos financieros sin restricciones eficaces in situ.
No obstante que la letra normativa establece que ningún partido puede gastar las prerrogativas financieras fuera del marco consensuado por todos los actores de la trama política y menos aún que inserten recursos de procedencia privada o pública externa al proceso mismo, el consejero Lorenzo Córdova Vianello puso al descubierto, palabras más, palabras menos, que la fiscalización del IFE es un candado abierto, pues si los organismos políticos hicieran uso indebido del patrimonio nacional etiquetado como apoyo al ensanchamiento democrático, aceptando recursos no autorizados provenientes de corporativos o particulares, los gastos de campaña en 2012 podrán evaluarse y sancionarse, en su caso, un año después de la jornada del domingo 1 de julio, es decir, hasta 2013.

Si se llegaran a detectar extralimitaciones en los topes o la cabida de aportaciones “ilegítimas” no habría nada qué hacer, pues la reglamentación en la materia no prevé la destitución de ningún cargo de elección popular por dicha razón. Habría consecuencias jurídicas que implican desde amonestaciones públicas hasta sanciones económicas y la pérdida del registro, pero no efectos directos para la elección ni los representantes populares “elegidos”. Esto y nada es lo mismo, decía mi tío Toño.

Las multicitadas reformas políticas no son el punto final para que existan en la praxis leyes electorales que fortalezcan e incrementen la cultura política y la democracia sustantiva en México, pues la llave de acceso al universo de participación societal la tiene en sus manos el Estado, partidos políticos y los organismos electorales a nivel federal y estatal que están conformados por personajes propuestos por la clase política hegemónica®. La apuesta de los detentadores del poder real gira en el eje de conservación del monopolio y la dominación de la actividad política, creando y modificando normas que en apariencia amplían el espectro democrático, pero que en la práctica únicamente representan vehículos de control administrativo, como parte del circo al que está acostumbrado a observar la sociedad mexicana.

Que la fiscalización de los recursos financieros sea promovida como un “avance sustancial” no connota que en verdad sea un mecanismo para supervisar, evaluar y sancionar desvíos presupuestales de partidos y candidatos. En el caso específico de la fiscalización de gastos de campaña 2012, el procedimiento consiste solamente en recopilar y revisar cúmulos de datos y quejas sobre los que ocurre en el ámbito político-electoral, para luego, “a toro pasado”, revisar y amonestar, si ese fuera la cuestión. ¿Qué pasaría si queda demostrado el abuso de prerrogativas y la inclusión de recursos financieros, materiales, técnicos y humanos de dudosa o renombrada procedencia? Nada, pues sería hasta el 2013 cuando los inculpados ya estarían ocupando los cargos de elección popular, gozando de fuero, que es casi una patente de Corzo.

Los partidos y sus candidatos no tienen trabas, sino por el contrario, incentivos, toda vez que a pesar de que se descubran rebases en los topes de gastos de campaña no puede anularse la elección. Hay llamadas de atención, multas y reconsideraciones, pero hasta ahí. En el pasado inmediato el grupo Amigos de Fox, por ejemplo, fue sancionado con 500 millones de pesos a los partidos que postularon a Vicente Fox Quesada, quien resultó presidente de la República (2000-2006). Éste fue investido y terminó su encargo. Lo mismo pasó con el actual Ejecutivo, Felipe Calderón Hinojosa, al conocerse sus vinculaciones en el proceso electoral por medios de promocionales audiovisuales e impresos, pero que solamente se llevó amonestaciones públicas………….como me repetía mi abuela Rosalina: “son como llamadas a misa, mi hijo. Por eso haz como que bajas la mirada y sigue andando”.

Ante este escenario cínico que consiente irregularidades electorales es necesario alejarse de los cantos de sirenas que nos repiten sin cesar que el horizonte de la democracia se acerca cada vez más y más, para retomar los caminos de exigencia social -en lo horizontal- y sin tener que pasar por filtros legislativos o condescendencias gubernamentales, lo cual permita detener la perversidad de partidos que, sabiendo del mal que cometen al rebasar gastos y dar acceso a dinero de particulares o empresas, no paran de repetir dicho procedimiento. No puede seguirse con el modelo de” haces mal y te aplico sanción administrativa”.

Hay que repensar que la reforma política tiene que contemplar sanción electoral y penal y no quedarse en lo meramente administrativo. Si una mujer u hombre es electo y toma posesión de su cargo público, pero se le descubre que lo hizo violando la legislación electoral, sobregirándose y con recursos ilícitos, debe ser separado del cargo y puesto a disposición de las autoridades judiciales.

Esto no es utopía, pues en países como Brasil son realidades comprobadas. El affair Fernando Collor de Melo, quien en 1992 tuvo que dejar la presidencia del país carioca (a casi tres años de tomar posesión) por habérsele comprobado actos de corrupción desde su campaña proselitista. Pero aquí, en la Nación vecina al coloso norteamericano no pasa nada aún. Pese a los acontecimientos de inactividad social prevaleciente, estoy convencido que las contradicciones existentes harán que pase algo en beneficio de las mayorías. Bueno, eso es lo que decimos los idealistas con los pies en la tierra. Sin embargo, el cambio trascendental implica una regeneración constitucional de fondo.

® Tanto en el IFE como en los organismos estatales encargados de recular la operación de los procesos electorales están integrados por juristas, académicos, políticos de carrera y especialistas en áreas de las ciencias sociales que supuestamente no tienen filiaciones con partidos o gobiernos en turno. Sin embargo, basta revisar la plana curricular de cada uno de ellos para descubrir un pasado muy cercano a los linderos del poder. La inclusión de los consejeros depende de los acuerdos entre partidos políticos, como sucedió con el nombramiento de Sergio García Ramírez, ex-titular de la PGR, hace apenas unos meses. B.H.G. baltasarhg@gmail.com baltasarhernandezgomez1@hotmail.com
www.baltasarhernandezgomez.blogspot.com

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jueves, 22 de marzo de 2012

PROHIBICIONES POLÍTICAS EN MÉXICO 2012


HAY DE VEDAS A VEDAS
Prohibiciones en las elecciones 2012 en México
Por Baltasar Hernández Gómez.


Hasta hace algunas semanas creía que las vedas eran espacios temporales que prohibían efectuar una actividad determinada. Conocía la veda de moluscos bivalvos; la prohibición de cazar animales en peligro de extinción; el consumo de frutos exóticos, la ingestión de sustancias nocivas para la salud e incluso la abstinencia de ciertas prácticas sociales, como sucedió en el primer semestre del año 2009 debido a la crisis provocada por la influenza AH1N1 en México.

Desde mediados de febrero del año 2012 la veda se extendió al ámbito político. La prohibición electoral consiste en la proscripción de los partidos y candidatos a cargos de elección popular propaguen su posicionamiento. El IFE definió al periodo comprendido del 16 de febrero al 29 de marzo como intercampaña, que se ha traducido en mes y medio de cuasi silencio, o sea, una zona “entreluces” donde únicamente está autorizada la difusión de información relativa a la organización electoral, participación ciudadana y valores democráticos.

Desde esta perspectiva aséptica, propiciada por la ley 2007-2008, los precandidatos, candidatos, partidos políticos y coaliciones tendrían la ocasión para estructurar estrategias de campaña, y por ende, ligar su entramado jurídico, con el objetivo, dicen, de que todos comiencen sus acciones proselitistas en circunstancias similares, privilegiando la igualdad y la equidad en la contienda. Ajá, decía mi padre.

¡Qué merequetengue reglamentario es éste! Las libertades democráticas se ven rebasadas por la veda política aplicada por el Instituto Federal Electoral, cumpliendo con las normas aprobadas por el Poder Legislativo, es decir, por los representantes sociales provenientes de los partidos que hoy señalan como injustas las prohibiciones. Así pues durante la intercampaña los organismos políticos no podrán exponer ante la ciudadanía por sí mismos ni a través de precandidatos y candidatos sus plataformas electorales. Tampoco podrán promoverse para llamar al voto por medio de actos proselitistas. Mutis, pues.

El denominado plazo del silencio prohíbe el acceso a los tiempos del Estado en la radio y la televisión, en virtud que serán utilizados exclusivamente por las autoridades electorales. Asimismo, partidos y candidatos no podrán celebrar debates, quedando protegidas -por la libertad periodística- las tertulias, programas de opinión y mesas de análisis político. En este maremágnum de confusiones e interpretaciones la instancia electoral permite que los medios de comunicación lleven al cabo entrevistas y transmitan noticias sobre partidos políticos, coaliciones, precandidatos y candidatos postulados, con respeto absoluto a la equidad y a las disposiciones sobre la compra o adquisición de tiempo aire en medios electrónicos.

Claro, hay miedo a las multas y pérdidas de registros o concesiones. Por esto mismo partidos y medios de comunicación guardan silencios o disfrazan propagandas a través de infomerciales, que tratan de aparecer como notas de interés general. La veda sólo permite que los partidos realicen propaganda política de carácter genérico en medios impresos siempre y cuando no promuevan candidaturas, expongan plataformas y ofertas políticas ni soliciten el voto a su favor para la jornada del próximo domingo 1 de julio, o bien, incluyan de manera expresa, mensajes alusivos al Proceso Electoral Federal.

Luego entonces el oscurantismo no fue -como han asegurado los historiadores- una fase superada en las postrimerías del siglo XVIII, ya que en pleno tercer milenio perduran métodos inquisidores que callan voces. En lugar de estar promoviendo los debates, las presentaciones de plataformas políticas e idearios, en México se eligió la prohibición legaloide para simular respeto y equidad, dejando a la democracia, o lo que se dice de ella, en la indefensión. Hay de vedas a vedas ¿Vedad?

De cualquier manera de abril a junio 2012, los partidos y candidatos utilizarán técnicas de organización política y marketing para tratar de disuadir con el videns a los electores mexicanos. Con veda o sin ella, la ciudadanía está a expensas de las voluptuosidades que imponga la partidocracia, en aras de conservar el statu quo establecido, para proteger sus intereses. Más allá de las imposiciones del sistema político, el silencio no es la vía para elevar la cultura y los principios democráticos. En el fondo del asunto se busca reproducir modelos autoritarios, que dejan muy poco margen a la horizontalidad civil que es la que puede verdaderamente construir andamiajes para el mejoramiento del entorno y esencia del país.

¿Silencio, justicia electoral, igualdad de oportunidades, respeto a la conciencia nacional? ¡Pamplinas! La propaganda continúa dándose de manera encubierta, ya que entrevistas, imágenes y discursos pueden transmitirse con la salvedad de que los medios afirmen no estar recibiendo dinero y que las noticias sean sustentadas por la “trascendencia periodística”. Los poderes políticos y económicos siguen desarrollando sus aparatos ideológicos para incidir en la psique social, independientemente de los “obstáculos” que se autoimponen como válvula reguladora de legitimación del subsistema electoral que enfrenta niveles de abstencionismo cercanos al 60%.

Asociaciones civiles fantasmas, esposas, amigos, clubes e instituciones de todo tipo han salido a la arena social para hablar sobre x ó y alternativas políticas, cuidando el lenguaje para no meterse en líos con la institución electoral. La veda no es para la clase política mexicana, sino para la ciudadanía, toda vez que en lugar de discutir abiertamente el presente y futuro de nación, hay una trasgresión conceptual y actitudinal que nos sigue sumiendo en la ignorancia y el atraso.

La estrategia del Estado y la clase dominante puede sintetizarse como la validación del pensamiento “todo ciudadano debe ejercer el derecho político como zon politikon por medio del voto, pero sólo en los tiempos marcados por los detentadores del poder”. La cultura política proclamada por las dependencias gubernamentales (brazos ejecutivos del Estado) ha hecho de los ciudadanos emisores de sufragios. El resultado final se aprecia el día de las votaciones, cuando los electores escogen a mujeres y hombres previamente seleccionados por los partidos, creyendo que con ello se hace política y se renueva la utopía del México perfectible.

Los resultados de las encuestas presentadas por la empresa GEA-ISA en la tercera semana de marzo 2012 dan cuenta de que la ciudadanía ha perdido interés en las cuestiones políticas, desdibujando la contienda política, pues quedó demostrado que el porcentaje de ciudadanos que aseguran conocer a los candidatos a puestos de elección popular y sus partidos propulsores disminuyó sensiblemente 10 puntos.
Ante la ignominia que ampara la veda propongo la lucha transversal y cotidiana, a efecto de caminar hacia un estadio de transición verdadera, como por ejemplo: 1) La generación consensuada de iniciativas ciudadanas, presionando para que sean aprobadas por los legisladores; 2) El imperativo constitucional para que servidores públicos, jueces y representantes populares estén sometidos al escrutinio público, a fin de evaluar trayectorias y eficacias; 3) La total transparencia en el uso y utilización de recursos públicos (financieros, materiales, técnicos y humanos; 4) La recomposición de los órganos electorales y judiciales que garanticen justicia e imparcialidad en los procesos políticos, y 5) La supervisión de los roles de los medios de comunicación en el ámbito político y cultural.

Pero más allá de lo anteriormente planteado, lo trascendental es asumir a conciencia un pensamiento y una actuación demócratas. No en asambleas o foros, sino en los círculos más íntimos, es decir, con nuestras amistades, con nuestros familiares, con los compañeros de trabajo y con las personas que convivimos diariamente. Esta es la mejor forma de ejercer la responsabilidad para sabernos y sentirnos entes políticos que piensan, dicen y hacen con el único afán de todos alcancen niveles de vida material y espiritual dignos.B.H.G. baltasarhg@gmail.com

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